“El problema de la sensibilidad cultural se complica por el pluralismo, la presencia de múltiples grupos y subculturas. Los entornos más tradicionales fueron para grupos homogéneos y para una escala mucho menor.
En esos casos, la congruencia de cultura y forma construida era mucho más simple y fácil de lograr. […] en situaciones complejas, plurales y de gran escala el problema es mucho más difícil. Lo que es nuevo, más allá de este pluralismo y gran escala, es que en primer lugar muchos entornos que tradicionalmente eran vernaculares, populares o “espontáneos” son ahora diseñado por profesional que por lo general nunca han tratado con esto y que realmente no conocen cómo abordarlos.
En segundo lugar, en el pasado los diseñadores y clientes compartían una cultura, eran por lo general miembros del mismo grupo. Más aún, los clientes y los usuarios eran idénticos. Actualmente, ninguna de estas condiciones se aplica: los diseñadores son en efecto muy diferentes a los usuarios en estilo de vida, valores, etc., es decir, cultura”
(Rapoport, On the Cultural Responsiveness of Architecture 1987, 12)
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