viernes, 26 de febrero de 2010

¿Estética subjetiva? (L. Giesz)

"Frente a la estética como filosofía de la bellas artes, es decir ciencia objetivista del arte, que (por razones diversas) no hace caso del kitsch, estaría una 'estética de abajo', como diríamos con G. Th. Fechner. Claro está que no en el mismo sentido que él. Su intento de una estética científica, que investiga experimentalmente los elementos psicológicos de la satisfacción artística, según el ejemplo de las ciencias naturales, se opone totalmente a una 'estética de arriba' que parte de la obra de arte, que estudia las condiciones 'subjetivas' de la experiencia estética. [...] la estética experimental, esta 'ciencia de la belleza sin lo bello', sufre el defesto básico de abarcar la esfera propia de lo estético como resultado de hipótesis no-estéticas. Lo mismo ocurre con los seguidores de Fechner, incluida la estética americana de lo behavioristas. Con otras palabras, una 'estética de abajo' debería lograr dos cosas: en primer lugar, estudiar desde sí misma la esfera peculiar de lo estético, y al mismo tiempo poder deducir de los actos estéticos pre-artísticos los diferenciados o artísticos. Entonces se darían las condiciones previas para aclarar el fenómeno del kitsch, así como el de su relación con el arte, de manera más satisfactoria que hasta ahora. Pero, que nosotros sepamos, no existe una estética de este tipo.

Preferiríamos hablar de una estética antropológica y queremos dedicarnos a un estudios de los estados estéticos. Aquí el concepto de estado debe alcanzar una amplitud que la psicología de la conciencia del siglo XIX no había conseguido cuando hablaba de 'estados anímicos'. Nuestro vocablo tiene su origen en Nietsche, quien - como ya lo habían dicho Hamann y Schiller - entendía con este concepto un aspecto humano total: estado es en cualquier caso más amplio que 'situación de conciencia'; el 'estado apolíneo' o el 'dionisíaco' de Nietsche ya son estados generales o metapsicológicos de la persona.

[...] Una estética antropológica que estuviera interesada en estudiar los estados, podría evitar la tentación mencionada con métodos interrogativos teórico-cognoscitivos y psicológicos. A esto se añadiría la ventaja de que la estética ya no dependería meramente del estudio más o menos objetivo de los objetos de arte. Todas estas ventajas parecen favorecer especialmente un estudios del kitsch, porque - como veremos más adelante - las relaciones de sujeto/objeto se confunden de forma verdaderamente peculiar en el estado cursi. Los predicados, aparentemente objetivos, de dulce, viscoso, penetrante, perfumado, etcétera, serán comprendidos por los análisis de estados.

Pero este método, ¿no es demasiado 'subjetivo'? ¿No es un retorno a la psicología de la 'vivencia' estética, de la 'conciencia estética'?

[...] Tras estas notas escépticas de introducción, sería lo más razonable dar una teoría antropológica fundamental, una teoría de los actos y estados estéticos, par aclarar - en parte por deducción - el fenómeno del kitsch. La solución más satisfactoria sería seguramente localizar con precisión el kitsch dentro de la esfera de lo estético en general. Pero desgraciadamente no podemos realizar esta solución ideal, ya que no existe ni una antropología, que nos vendría muy bien, ni unos análisis del kitsch que nos permitan proceder de forma metódicamente exacta. Ni siquiera existen [...] definiciones claras de lo que se llama kitsch. Naturalmente no faltan esquemas filosóficos totales que se esfuerzan por conseguir una definición feneral de la esencia humana (a nosotros nos atañen fundamentalmente Scheler, Heidegger, Jaspers, Plessner y Sartre). Pero las concretísimas cuestiones que plantea el problema del kitsch necesitan unos horizones interrogativos más especiales y también un saber más detallado. De lo contrario, nos arriesgamos a condenar simplemente, con general solemnidad, el kitsch, este paria de la estética, en lugar de compranderlo, si no con afecto, sí al menos en profundidad."

Giesz, Ludwig: Fenomenología del kitsch.
Tusquets. Barcelona, 1973. (pp 16-22)

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