domingo, 3 de marzo de 2013

Expo: ¡A mí qué chicha!

"La palabra “chicha” es uno de los peruanismos más usados y menos entendidos en nuestro país. Para algunos alude al caos, al desorden, a la improvisación y al desequilibrio provocado por la cultura y las masas populares. Pero también podemos entender lo “chicha” como la manifestación irreverente, atrevida, cuestionadora de estas mismas masas que se desbordan y crean una nueva cultura amalgama de todas las sangres y culturas del Perú. [...]

Los artistas que presentamos nunca pretendieron ser “artistas” ni aprendieron su oficio en una academia. La necesidad, la precariedad, la desigualdad los “obligó” a tener un oficio, a convertirse en productores y creadores."

Ver el artículo completo.

La exposición está en el Centro Cultural de España hasta el 8 de marzo de 2013.





 


sábado, 2 de marzo de 2013

Cuidado con la huachafería, darling (J. Barrón)

"Peruanismo. No por eso huachafo es exclusivamente peruano. Los hay siúticos, horteras, tackies y, aunque no existiese palabra para señalarlos, suelen ser reconocidos por la manada. De algo sirven: nos hacen sentir distinguidos. Si pretendemos precisar qué es huachafería, nos daremos con una pituca y otra popular; entre ambas, como el relleno del sánguche, la huachafería pequeñoburguesa, emblemática sazón que anima lo nacional. Como la salsita criolla. 

Pero ¿qué es huachafo? Aquello que no es honesto ni natural. Lo que pretende y, pretendiendo, chirria. El tinte azabache del pelo del viejo galán, la ricurita de ojos de plástico azul añil, sus uñas demasiado largas, las de los pies.

Es la arquitectura 'wannabe' que convierte en glamoroso al ricacachón, es la culinaria caviar, esa que congrega en un cilindro la entraña Angus con el hongo de Porcón.

coladelmundo.blogspot.com
Demasías, bisoñés, purpurinas, imitaciones finas, relojes bamba. Meter la nariz en la botella de pisco y sacar la fecha de la cosecha, el lugar, la hora y el dueño de la pata que pisó la uva. El sport elegante, el bohemio elegante, el anfitrión cinco estrellas aspirante a embajador, la novia de blanco que por cuarta vez se casa y sus quince damitas de honor, el 'mi reina' que una operadora nos suelta al teléfono, la causa inspirada en la forma del maní del Señor de Sipán, la maskaipacha de hojalata coronando un casino de San Miguel, el que hizo montar una biblioteca entera como parte de su decoración. Las botas blancas de charol.

Llamar hacienda a unos metros de tierra, caballo de paso a un burrito coquetón, darle agua mineral al chihuahua que lleva el nombre del exmarido, llevarlo en la cartera de marca, desparramar choleos como quien salpica agua bendita. Ser sobón.

Resulta que en la década de 1890 llegó a Lima una modesta familia de colombianos que se puso a vivir en la quinta cuadra del actual jirón Andahuaylas, próxima al cuartel Santa Catalina. En esa casa había jóvenes casamenteras que todo el tiempo organizaban reuniones muy animadas a las que ellas solían llamar guachafas, colombianismo que significa fiesta, jolgorio. La expresión, y las fiestas, tuvieron gran acogida entre los limeños vecinos. Con el tiempo, las dueñas de casa, de apellido difícil de recordar, eran conocidas con el sobrenombre de huachafas. 

Mario Vargas Llosa escribió alguna vez que ponerse una "y" entre apellidos es huachafo. Alguien refutó que componerlos lo es más.

Al final son las madres las que se perpetúan en este gesto, para bien y para mal. Así llegaron lejos la señora Llosa, esposa del señor Vargas, la señora Prada, la del señor Gonzáles, la Canseco, del señor Diez.

Hay palabras que pululan en Lima como las enfermedades respiratorias, los sicarios, las combatientes en blumer: flamante, nosocomio, 'darling' y, por sobre todas ellas, agendar.

Hay cosas que no son huachafas porque están hechas desde adentro; cosas pintorescas, como las corbatas de Beto; folclóricas, como las pestañas de Susy; extravagantes, como las crenchas de Guerrero; eclécticas, como las páginas sociales de una Lima que no puede parar."

Barrón, Josefina (2013) "Cuidado con la huachafería, darling". En: El Comercio. Domingo 24 de febrero de 2013, p a17.

martes, 19 de febrero de 2013

Housing and Domestic Life

“Cultures of domestic life explicitly concern three attributes. First, the artefacts and techniques of human groups (housing units, infrastructure and services). This can be considered as the material culture of domestic life that may express and communicate cultural and social/group identities. The second attribute is the social organization of human groups according to norms about marriage, kinship, household composition and social relations. The residential environment not only expresses social conventions but also social differentiation by differences in architectural style, the size of housing units and the site location. The third attribute is the meanings attributed to the physical and non-material components of himan habitats and how these are expressed by language: for example, a housing unit, a dwelling, a domicile, or home […].

Although the internal organisation and use of housing units can be described according to orientation, climate and the availability of construction materials, this description does not include the shared meanings and values attributed to domestic space unless cultural dimensions are considered. These cultural dimensions are reflected in the preparation and consumption of food, the nomenclature of domestic space and household activities, customs about receiving family, friends and neighbours, and rituals and religious practices for special occasions, including birth, marriage and death […].

A housing unit and all its content is a medium for non-verbal communication between household members, family, friends and strangers. […] domestic space and household possessions not only have monetary and use values. In addition, they become objects with psychological dimensions that express the self, because they convey information about the personal identity, group identity and values of the resident."

Lawrence, R., 2012. People-Environment Studies. In: D. F. Clapham, W. A. V. Clarck & K. Gibb, eds. The SAGE Handbook of Housing Studies. London: Sage Publications, pp. 230-243.

sábado, 16 de febrero de 2013

Informality

“Our choice of informal, therefore, was very careful studied. But it, too, requires definition and contextualization to ensure that our meaning and use are clear. Consider, first, its emergence from related terms:

FORM – shape and structure; outward appearance; essence. Note the apparent contradiction in the definition – appearance vs. essence – which becomes more distinct in the verb to inform, meaning both to give form and shape to something (exterior) and to pervade, animate and inspire (interior).

FORMAL – pertaining to customary form or conventionality; rigorously observant of forms; lacking in ease or freedom of outline or arrangement. Consider such uses as the formal dinner, formal manners, formal attire. As certain forms become norms, they are codified and become standard, accepted rules. Vitruvius gave us The Ten Books on Architecture. Grammarians give us the rules for a language. The underlying presumption in every case is that there is a right and a wrong way of doing things. Hence the need for:

INFORMAL – not done or made according to a recognized or prescribed form; not according to order; unofficial, disorderly. In choosing to call the subject of our study the ‘informal city’, we are both embracing and rejecting the standard definition. The barrios of Caracas on which we focused are, indeed, not made according to any standard prescription, and they are certainly unofficial. But are they, in fact, ‘disorderly’? Do they lack form?

If one looks at the barrios at a distance – in person or in an aerial photograph – one sees sprawling, rhizome-like shapes; one searches in vain for an ordering principle, a clear beginning and end, for ways to separate the whole into comprehensible elements. But close up, patterns begin to emerge and a certain logic – unlike that taught by conventional architecture or planning – can be discerned. Like the scientists who study chaos theory, we rejected the notion of infinite randomness and assumed that there is a discoverable, as yet unidentified, logic.

Informal does not mean ‘lacking form’. It implies, for us, something that arises from within itself and its makers, whose form has not yet been recognized, or is unfinished, but which is subject to rules and procedures potentially as specific and necessary as those that have governed official, formal city-making. Our work sets out to identify and describe that particular logic, to locate the orders within the apparent disorder, so as to open up a productive dialogue about the relevance and the role of the informal city in the world.”

Brillenbourg, A., Feireiss, K. & Klumpner, H., 2005. Informal city. Caracas Case. München: Prestel. p 18.

viernes, 8 de febrero de 2013

The Spontaneous City (La ciudad espontánea)

Ir a The Spontaneous City

"The Spontaneous City es tratada por sus habitantes en un proceso interminable de transformación y adaptación para acomodar la cultura contemporánea que demanda cambios en el tiempo, preocupaciones colectivas e individuales, un amplio entendimiento de la sostenibilidad y ¡sorpresa!

Individuos y grupos, incluidos los residentes y empresarios, re-usan o re-organizan espacios en bloques de departamentos, lugares de trabajo, parques y calles. El potencial de los habitantes (dwellers) de la ciudad ha sido ignorado por demasiado tiempo.

Co-diseño, co-producción, co-propiedad y co-responsabilidad ya no son sólo términos de moda, sino formas aceptadas de diseño en términos de desarrollo urbano sostenible, que deben ser implementadas cada vez más en un ámbito más amplio y en colaboración con las grandes empresas y la autoridad local."


martes, 29 de enero de 2013

Aprendiendo del Pop (D. Scott-Brown) III

Primera parte.
Segunda parte.

La sopa en lata y el establishment

Hay cierta ironía en el hecho de que la cultura “popular” y el paisaje “popular” no sean populares entre quienes toman las decisiones sobre cómo renovar la ciudad y realojar a los pobres […].

La sabiduría convencional de la que hacen gala […] los ancianos radicales de la arquitectura responsables de los comités artísticos estadounidenses, de las secciones de “proyecto” de los Departamentos de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD) y de los organismos de planeamiento y de nuevos desarrollos; son ellos quienes planifican y construyen para las grandes empresas públicas y privadas y los que gozan de la confianza de quienes construyen la ciudad. Si de lo que se trata es de hacer un buen servicio al público a través de sus decisiones, estos miembros del establishment arquitectónico deben aprender a distinguir, para llevar a cabo un análisis distinto, entre sus criterios estéricos y el resto de preocupaciones sobre “contaminación medioambiental”. Las aguas nauseabundas y los carteles publicitarios son problemas de diferente orden y magnitud.

Lo primero no puede hacerse bien, pero lo segundo sí; en especial si nos ofrecen la oportunidad de estudiarlos un rato, sin erigirnos en jueces.

equipoplastico.com
Si se eliminan los barrios “apestosos” junto a los carteles publicitarios y las gasolineras en nombre de evitar la “contaminación visual”, el daño social puede ser irreparable. Sin embargo, no se renunciará a una vieja fórmula estética, incluso si se demuestra que entraña obstáculos, hasta que se reemplace por otra nueva, puesto que, como ya hemos visto, la forma depende de sí misma para hacerse. Y para el establishment arquitectónico, el nuevo vocabulario debe tener un lenguaje respetable. Por tanto, si el entorno popular es el que proporciona ese vocabulario, para ser aceptado debe filtrarse mediante procesos adecuados. Debe pasar a ser parte de la tradición del gran arte; debe ser la vanguardia del año pasado. Ésa es otra de las razones para someter el nuevo paisaje al análisis arquitectónico tradicional: que sea aceptado por el establishment. No puede aprender del popo hasta que el Pop entre en las academias.


Apuntarse al pop

Para aquellos arquitectos que esperan poner sus habilidades de la última, he recomendado una investigación de las formas de la nueva ciudad existente basada tanto en cuestiones sociales como estéticas. El gran arte ha seguido al arte bajo, y viceversa; de hecho, ¿de dónde salió por primera vez el arco parabólico de MacDonald’s y el split-level ranch?

En el paso del arte bajo al gran arte reside un elemento del aplazamiento del juicio. El juicio se suspende con el fin de entender y ser receptivo. Se trata de una apasionante técnica heurística, pero también de una técnica peligrosa, pues la afición por toda la cultura pop es tan irracional como odiarla en su conjunto, y puede dar lugar a un “subirse al carro” del pop generalizado e indiscriminado, donde todo vale y en lugar de postergar el juicio, se lo abandona. Más aún, los artistas, arquitectos y actores deben juzgar, aunque, espero, tras una pausa. Después de un intervalo razonable, deben surgir unos criterios adecuados de la nueva fuente. El juicio simplemente se aplaza para hacer más sensatos los juicios ulteriores.”

Scott Brown, Denise (2007 [1971]) Aprendiendo del Pop (Learning from Pop). Barcelona: Gustavo Gili. pp 21-29.
Originalmente publicado en Casabella 359-360, diciembre de 1971.

sábado, 26 de enero de 2013

Aprendiendo del Pop (D. Scott-Brown) II

Primera parte.

Análisis formal como investigación proyectual

Una segunda razón para mirar hacia la cultura popular es encontrar vocabularios formales que hoy en día resulten más pertinentes ante las diversas necesidades de la gente, y que sean más tolerantes ante el desorden de la vida urbana que los órdenes formales “racionalistas” y cartesianos de la actual arquitectura moderna. ¿Cuánta vivienda barata y arquitectura decimonónica ha sido eliminada para que algunos pulcros arquitectos o urbanistas puristas pudieran empezar de cero, haciendo borrón y cuenta nueva?

Los arquitectos modernos pueden ahora reconocer que cualesquiera que sean las fuerzas, los procesos y las tecnologías que determinan la forma arquitectónica, las ideas sobre la forma la determinan igualmente; que un vocabulario formal forma parte de la arquitectura tanto como los ladrillos y el mortero (los plásticos y los sistemas para los futuristas); que la forma no surge, no puede surgir exclusivamente de la función, recién nacida e inocente como Venus saliendo de la concha, sino, más bien, que la forma sigue, entre otras cosas, a la función, las fuerzas y la propia forma. Si se las reconoce conscientemente, las tendencias formales no tienen por qué tiranizar, como sí lo hicieron en la urban renewal; y los vocabularios formales que surjan de la arquitectura podrán estudiarse y mejorarse para adaptarlos a los requerimientos funcionales, más que ser aceptados de manera inconsciente e inadecuada (como una vieja herencia de algún maestro sin importancia). Las formas del paisaje popular son tan relevantes para nosotros ahora como lo fueron las formas de la Roma Antigua para los beaux arts, el cubismo o la arquitectura maquinista para los primeros modernos, y la región industrializada inglesa de los Midlands o los dogones para el Team 10; mejor dicho, son extremadamente relevantes, mucho más que la última batisfera, plataforma de lanzamiento o complejo hospitalario […].

Stardust (blog.dnevnik.hr)
Al contrario que éstos, nos hablan de nuestras circunstancias no sólo desde el punto de vista estético, sino también a muchos niveles, desde el punto de vista de la necesidad: desde la necesidad social de realojar a los pobres sin destruirlos, hasta la necesidad arquitectónica de producir edificios y entornos que otros necesiten y que gusten. El paisaje popular se diferencia de los primeros modelos en que también es el lugar donde construimos, nuestro contexto. Es una de las pocas fuentes contemporáneas de datos sobre los aspectos comunicativos y simbólicos de la arquitectura, puesto que no fue tocado por la simplificación purista que el movimiento moderno aplicó a la arquitectura al reducirla a espacio y estructura únicamente.

Pero el análisis formal presenta un problema. En primer lugar, dado que la forma ha sido un tema ilegítimo durante mucho tiempo, hemos perdido la costumbre de analizarla; y, en segundo lugar, las formas con las que tratamos son nuevas y no se relacionan fácilmente con la arquitectura tradicional o con las técnicas urbanísticas de análisis y comunicación.

La proyección ortográfica a duras penas contempla la esencia del letrero del Stardust y, aunque éste tenga la longitud de una manzana y un apabullante impacto visual in situ, no queda bien representado en un plano de usos. Siendo un espacio automóvil, el espacio suburbano no se define por paredes y suelos delimitadores, y es, por tanto, difícil de representar gráficamente utilizando sistemas creados para la descripción de edificios. De hecho, el espacio no es el componente urbano más importante de la forma suburbana, sino la comunicación en el espacio, que requiere incorporar un elemento simbólico y temporal en los sistemas de descripción que poco a poco se van creando para ella […].

El análisis formal debería ser comparativo y conectar mediante la comparación las nuevas formas con el resto de la tradición formal de la arquitectura, incorporándolas así a la disciplina arquitectónica y ayudándonos a entender nuestra nueva experiencia a la luz de nuestra formación formal. Al proponer que la forma debería analizarse, no doy a entender que la función (el programa), las tecnologías o las fuerzas (los procesos sociales urbanos o el mercado del suelo) no sean de vital importancia para la arquitectura, ni tampoco que no puedan servir como fuentes de inspiración artística para el arquitecto. Todas son necesarias y trabajan conjuntamente […].”

Tercera parte.

Scott Brown, Denise (2007 [1971]) Aprendiendo del Pop (Learning from Pop). Barcelona: Gustavo Gili. pp 13-20.
Originalmente publicado en Casabella 359-360, diciembre de 1971.

domingo, 20 de enero de 2013

Aprendiendo del Pop (D. Scott-Brown) I

Necesidades, en plural

La sensibilidad hacia las necesidades es un primer motivo para dirigirse hacia la ciudad actual. Una vez ahí, la primera lección para los arquitectos es la pluralidad de necesidades. Ningún constructor/promotor en sus cabales anunciaría: construyo para el Hombre. Él construye para el mercado, para un grupo de gente definido por su nivel de ingresos, edad, estructura familiar y estilo de vida.

[…] La ciudad puede considerarse como el artefacto construido para un conjunto de subculturas. En este momento son pocas las subculturas que recurren por voluntad propia a los arquitectos.

Por supuesto, aprender de lo que “está ahí” está sujeto a las salvedades y a las limitaciones de todo análisis conductista (se estudia una conducta limitada y no lo que la gente haría en otras circunstancias). Los pobres no viven por voluntad propia en bloques de apartamentos […]. En tiempos de escasez de vivienda, éste es un argumento especialmente convincente contra el conductismo arquitectónico puesto que la gente no puede votar contra una creación en concreto, manteniéndose al margen, si no existe una alternativa.

Para contrarrestar este peligro, se deben buscar entornos comparable donde, por alguna razón, las restricciones no obliguen. Hay entornos que sugieren cuáles podrían ser los gustos de los grupos con limitaciones económicas si estuvieran menos constreñidos. Son los entornos de los nuevos ricos: el Hollywood de antaño, Las Vegas de hoy en día y las casas las estrellas de cine, los deportistas y otros grupos cuyo ascenso social puede parecer un despegue en vertical, pero que continúan manteniendo una escala de valores previa.

Richard Hamilton
Just what is it that makes today's homes
so different, so appealing?
(1956)
Otra fuente son los decorados de los medios de comunicación, del cine, de las telenovelas o de los anuncios de peinillos en vinagre y de lustramuebles. En este caso, el objetivo no es vender casas sino algo bien distinto, y los decorados representan la idea que alguien tiene (¿los publicistas?) sobre lo que quieren los compradores de pepinillos en vinagre o los espectadores de telenovelas para una casa. Hoy en día el punto de vista de los observadores del mundo publicitario puede ser tan tendencioso como el del arquitecto, y debería estudiarse a la luz de lo que está intentando vender; ¿debería la arquitectura-pepinillo parecer hogareña como mi casa, o elegante como la tuya, si de lo que se trata es de vender pepinillos en vinagre? Pero, al menos, es otra tendencia, una alternativa al mirarse el ombligo que tana menudo practica la arquitectura para investigar; por ejemplo, al preguntarse: ¿qué hizo Le Corbusier? Aunque nos puedan decir poco de las necesidades de los muy pobre, tanto el mundo de la publicidad como el del constructor cubren un espectro más amplio de la población y superan una prueba de mercado más dura que el arquitecto de la urban renewal o de las viviendas de promoción pública; y sólo aprendemos de estas fuentes que la arquitectura debe ser diferente para los diferentes grupos, que ya es bastante.

Pero la alternativa a ambos análisis es examinar qué hace la gente con los edificios – en las levittowns, en las zonas altas de los ricos, en los terrenos poco definidos y en las barriadas – una vez viven allí. En este caso, los costes y la disponibilidad son fuerzas menos restrictivas puesto que la empresa es menor. Además, los cambios a menudo tienden a ser más simbólicos que estructurales y las aspiraciones quizá se deducen con mayor facilidad de los símbolos que de los edificios.

Prestar atención a lo construido para estar al corriente de las necesidades no significa que preguntar a la gente lo que quiere no sea también extremadamente necesario. […]”

Segunda parte.

Scott Brown, Denise (2007 [1971]) Aprendiendo del Pop (Learning from Pop). Barcelona: Gustavo Gili. pp 8-12.
Originalmente publicado en Casabella 359-360, diciembre de 1971.
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