Una segunda razón para mirar hacia la cultura popular es encontrar vocabularios formales que hoy en día resulten más pertinentes ante las diversas necesidades de la gente, y que sean más tolerantes ante el desorden de la vida urbana que los órdenes formales “racionalistas” y cartesianos de la actual arquitectura moderna. ¿Cuánta vivienda barata y arquitectura decimonónica ha sido eliminada para que algunos pulcros arquitectos o urbanistas puristas pudieran empezar de cero, haciendo borrón y cuenta nueva?
Los arquitectos modernos pueden ahora reconocer que cualesquiera que sean las fuerzas, los procesos y las tecnologías que determinan la forma arquitectónica, las ideas sobre la forma la determinan igualmente; que un vocabulario formal forma parte de la arquitectura tanto como los ladrillos y el mortero (los plásticos y los sistemas para los futuristas); que la forma no surge, no puede surgir exclusivamente de la función, recién nacida e inocente como Venus saliendo de la concha, sino, más bien, que la forma sigue, entre otras cosas, a la función, las fuerzas y la propia forma. Si se las reconoce conscientemente, las tendencias formales no tienen por qué tiranizar, como sí lo hicieron en la urban renewal; y los vocabularios formales que surjan de la arquitectura podrán estudiarse y mejorarse para adaptarlos a los requerimientos funcionales, más que ser aceptados de manera inconsciente e inadecuada (como una vieja herencia de algún maestro sin importancia). Las formas del paisaje popular son tan relevantes para nosotros ahora como lo fueron las formas de la Roma Antigua para los beaux arts, el cubismo o la arquitectura maquinista para los primeros modernos, y la región industrializada inglesa de los Midlands o los dogones para el Team 10; mejor dicho, son extremadamente relevantes, mucho más que la última batisfera, plataforma de lanzamiento o complejo hospitalario […].
Stardust (blog.dnevnik.hr) |
Al contrario que éstos, nos hablan de nuestras circunstancias no sólo desde el punto de vista estético, sino también a muchos niveles, desde el punto de vista de la necesidad: desde la necesidad social de realojar a los pobres sin destruirlos, hasta la necesidad arquitectónica de producir edificios y entornos que otros necesiten y que gusten. El paisaje popular se diferencia de los primeros modelos en que también es el lugar donde construimos, nuestro contexto. Es una de las pocas fuentes contemporáneas de datos sobre los aspectos comunicativos y simbólicos de la arquitectura, puesto que no fue tocado por la simplificación purista que el movimiento moderno aplicó a la arquitectura al reducirla a espacio y estructura únicamente.
Pero el análisis formal presenta un problema. En primer lugar, dado que la forma ha sido un tema ilegítimo durante mucho tiempo, hemos perdido la costumbre de analizarla; y, en segundo lugar, las formas con las que tratamos son nuevas y no se relacionan fácilmente con la arquitectura tradicional o con las técnicas urbanísticas de análisis y comunicación.
La proyección ortográfica a duras penas contempla la esencia del letrero del Stardust y, aunque éste tenga la longitud de una manzana y un apabullante impacto visual in situ, no queda bien representado en un plano de usos. Siendo un espacio automóvil, el espacio suburbano no se define por paredes y suelos delimitadores, y es, por tanto, difícil de representar gráficamente utilizando sistemas creados para la descripción de edificios. De hecho, el espacio no es el componente urbano más importante de la forma suburbana, sino la comunicación en el espacio, que requiere incorporar un elemento simbólico y temporal en los sistemas de descripción que poco a poco se van creando para ella […].
El análisis formal debería ser comparativo y conectar mediante la comparación las nuevas formas con el resto de la tradición formal de la arquitectura, incorporándolas así a la disciplina arquitectónica y ayudándonos a entender nuestra nueva experiencia a la luz de nuestra formación formal. Al proponer que la forma debería analizarse, no doy a entender que la función (el programa), las tecnologías o las fuerzas (los procesos sociales urbanos o el mercado del suelo) no sean de vital importancia para la arquitectura, ni tampoco que no puedan servir como fuentes de inspiración artística para el arquitecto. Todas son necesarias y trabajan conjuntamente […].”
Tercera parte.
Tercera parte.
Scott Brown, Denise (2007 [1971]) Aprendiendo del Pop (Learning from Pop). Barcelona: Gustavo Gili. pp 13-20.
Originalmente publicado en Casabella 359-360, diciembre de 1971.
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