domingo, 22 de abril de 2012

Los diez principios del planeamiento del espacio urbano (Y. Friedman)

Curioso escrito de 1962. Hay algunas ideas utópicas, una que otra graciosa y muchas, simplemente geniales.

Yona Friedman (flickr)
"1. El futuro de las ciudades: habrán centros de esparcimiento, de entretenimiento, centros de vida pública, centros de organización y de decisiones de interés público. Las otras funciones (trabajo, producción) serán más y más automatizadas y, en consecuencia, menos y menos relacionadas con las grandes aglomeraciones. El 'trabajador' de materia primera va a perder importancia y se transformará en 'espectador' o 'cliente'.
2. La nueva sociedad de ciudades no debe estar influenciada por el planificador urbano. Las distinciones sociales entre los diferentes distritos deben ser espontáneas. Un excedente de cerca del 10% es suficiente para que los habitantes puedan escoger sus distritos respectivos según sus propias preferencias.

3. Las grandes ciudades deben ser capaces de albergar, en lugar de industrias, agricultura. El campesino urbano es una necesidad social.

4. Las ciudades deben tener aire acondicionado. El acondicionamiento del aire en las ciudades permite una mayor libertad y una mayor eficiencia en el uso: las calles se vuelven centro de vida pública.

5. Los edificios que, de forma colectiva, forman la ciudad física, deben estar al mismo nivel que la tecnología moderna (los puentes de hoy, por ejemplo, tienen frecuentemente una longitud de varias millas).

6. Una nueva ciudad 'que se eleve desde el desierto' no es generalmente viable. Las grandes ciudades empiezan a existir a través del desarrollo de lo que antes fueron pequeños pueblos: la gran ciudad deben ser la consecuencia de la intensificación de asentamientos existentes.

7. La técnica tridimensional de planeamiento urbano (planeamiento urbano espacial) permite el agrupamiento de distritos tanto yuxtapuestos como sobrepuestos.

8. Los edificios que configuran las ciudades deben ser esqueletos que puedan ser llenados a voluntad. El adecuamiento de los esqueletos va a depender de la iniciativa de cada habitante.

9. No conocemos el tamaño óptimo de una ciudad. En cualquier caso, la experiencia nos muestra que las ciudades con menos de tres millones de habitantes caen en provincialismo, ciudades con más de este número se vuelven gigantes. Por lo tanto, un límite de tres millones de habitantes parece dar, empíricamente, el tamaño óptimo.

10. Al prever una tendencia de la población para gravitar hacia las ciudades, no es exageración el estimar que, en el futuro cercano, las ciudades van a contener al 80-85% de la humanidad (en lugar del 50%, como en el presente). Por lo tanto, la gran aglomeración que tiene ventajas sociales (entretenimiento) y técnicas (aire acondicionado, transporte) va a ganarle a otros tipos de aglomeraciones. No es exageración el imaginar a la totalidad de Francia contenida en diez o doce ciudades de 3'000,000 de habitantes, la totalidad de Europa en 100 o 120 ciudades, la totalidad de China en 200 y todo el mundo aglomerado en 1000 grandes ciudades."

Friedman, Yona (1962) "Los diez principios del planeamiento del espacio urbano". En. Conrads, Ulrich (1990) Programs and manifestoes on 20th-century architecture. Cambridge: MIT Press.

lunes, 16 de abril de 2012

La extraña muerte de la crítica de arquitectura (J. M. Montaner)

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cdn.archinect.net
Este es el título del libro póstumo de Martin Pawley, uno de los críticos británicos de la segunda mitad del siglo XX, junto con Reyner Banham y J. M. Richards, y expresa un hecho inquietante: la crítica de arquitectura, tan influyente hace pocas décadas, hoy tiene un papel irrelevante. 

En el caso de la crítica de arquitectura se suman dos crisis, la cultural y la propia. Se enmarca en el fenómeno más general de la pérdida de papel representativo de los intelectuales progresistas, que, aunque existan, tienen menos posibilidades de expresarse en los medios que hace unos años. Y en el terreno de la arquitectura, la mala salud se percibe hoy mucho más al compararla con su periodo dorado, entre los años sesenta y ochenta, con figuras como Manfredo Tafuri, Aldo Rossi, Colin Rowe o Kenneth Frampton, yendo desde el espectro más radical y marxista hasta el más formalista, nostálgico y defensor de la autonomía de la arquitectura. 

También se suma que el mismo saber de la arquitectura ha perdido papel decisorio y de liderazgo con relación al que tuvo en el periodo de entreguerras y en la posguerra, en que las políticas de vivienda, inspiradas por arquitectos, sentaron las bases del Estado de bienestar. Hoy la arquitectura y el urbanismo son serviles a los objetivos financieros e inmobiliarios, y tienen escasa iniciativa para plantear alternativas a lo que imponen los intereses dominantes. [...]

Las nuevas teorías han de partir de otras coordenadas: rechazo a la pretendida autonomía de la arquitectura, sintonía con los medios de comunicación y con las posibilidades de las industrias locales, incorporación de los nuevos modos de trabajo colectivo y de cooperación. Se ha de avanzar en procesos en los que la abstracción recurre a mecanismos versátiles, como los diagramas; la arquitectura se centra en la vida y en la experiencia, y se reencuentra la vertiente activista y experimental que tuvo en otros momentos de transformación. 

 Cierta crítica está muriendo al mismo tiempo que ciertas premisas de rigor, honestidad y espíritu crítico no se valoran, pero van a surgir otras, imprescindibles para superar este panorama de imposturas, trivializaciones, autoelogios y fórmulas caducas.

domingo, 8 de abril de 2012

Vivienda popular para América Latina (G. Samper)

"Las publicaciones de arquitectura suelen ensalzar los valores estéticos de las obras - lo cual es natural - y los arquitectos nos apresuramos a consignar en fotografías nuestras creaciones recién construidas, cuando aún tienen olor a pintura y antes de que el hombre, con su mobiliario y su presencia, constamine el espacio puro concebido por el autor.

extroversia.universia.net.co
Sin embargo la arquitectura, y especialmente la vivienda, que puede ser el 80 por ciento de lo construido en la ciudad, se diseña para que sea ocupada por seres humanos y en forma más precisa, por familias. Y todos sabemos que el núcleo familiar es un complejo grupo de personalidades disímiles. Cada familia es un universo y la ocupación que ella hace de los espacios, diseñados por un arquitecto, se hace de manera singular y particular. Estos se modifican y se van individualizando y caracterizando.

Desde hace muchos años descubrí y acepté que los usuarios transforman los espacios que se les entregan. Esto ocurre con mayor evidencia entre las familias de bajos ingresos a quienes, por razones culturales y por necesidad económica, la clásica vivienda de salón comedor, baño y dormitorios no les sirve, pues ellos la utilizan - con mayor frecuencia de lo que se piensa - como espacio de trabajo para obtener o mejorar sus ingresos.

Pero por otro lado me di cuenta de que si bien en el aspecto físico las transformaciones son deordenadas y anárquicas, en el lado humano el mejoramiento de la calidad de vida es impresionante, sobre todo entre una generación y otra. [...] el valor de estos barrios se debe medir por el mejoramiento y progreso de las familias más que por el mantenimiento de una calidad del espacio físico, al cual somos tan sensibles los arquitectos. La vivienda popular tiene una naturaleza muy especial, en ella se vive, de manera no ortodoxa, se trabaja, se modifica, se crece, se deteriora. Pero en esos interiores se consolidan las familias, los hijos se educan, evolucionan, mejoran sus niveles de vida y se desplazan a otros lugares de la ciudad. La vivienda popular es por lo tanto, un formidable instrumento de promoción familiar y social.

Búsqueda de nuevos patrones urbanos y tipologías de vivienda

Existe una diferencia conceptual entre lo que podemos llamar el diseño de una vivienda individual, el diseño de una tipología de vivienda y la propuesta de un patrón urbano.

Cuando se diseña una vivienda urbana, de manera individual, ésta se encuentra previamente enmarcada dentro de un lote que forma - por su tamaño, sus normas de altura, de aislamientos - una tipología arquitectónica, la cual a su vez está enmarcada en un patrón urbano. Este acto de diseño se limita a crear una correcta disposición de espacios y lograr un resultado estético de valor.

[...] lo fundamental no son los diseños propiamente dichos de las viviendas, sino la búsqueda de nuevos patrones urbanos.

Trabajar en la búsqueda de nuevos patrones urbanos lleva implícito encontrar nuevas tipologías de vivienda. Los cambios de patrones y tipologías de vivienda se dan por lo general cuando hay cambios en las estructuras económicas y sociales. Quien propone un nuevo patrón está modificando el tejido urbano y está sugiriendo una forma de vivienda que cambia la distribución interna de sus espacios."

Samper, Germán (2003) La evolución de la vivienda. pp 19-20. Bogotá: Escala.

Arquitectura de Remesas

Exposición en el Centro Cultural de España, Lima, sobre la arquitectura "sin arquitectos" elaborada con los envíos de dinero de parientes en el extranjero (remesas), en ciudades de Guatemala, EL Salvaor y Honduras.

"La arquitectura como actividad no tiene definiciones fáciles. Surgió para nombrar al encargado de las construcciones, luego dejó de lado al personaje para centrarse en el diseño al modificar la superficie terrestre en la búsqueda de satisfacer las necesidades humanas. Por mucho tiempo el diseño se vinculó al arte, a una expresividad visual que magnificaba el poder y marcaba un estilo, donde formas, estructuras y funciones no estaban disociadas. Del estilo se pasaba a la cultura, a un saber compartido. Más tarde, con la masividad poblacional, el estilo se acercó a la funcionalidad de la compleja vida humana, pero pronto decayó y se multiplicaron los estilos en términos de creatividad visual o de recreación estereotipada de viejos estilos. Para hacerlos más funcionales se requerían planificaciones o una vuelta a imposiciones estilísticas, pero ahora el mercado señalaba, por un lado, una democratización de la decisión individual y por el otro, la exclusión de la mayoría en las decisiones. Entonces, los “no estilos” se convirtieron en la norma. Hoy, la arquitectura como diseño sigue cercana al poder exponiendo el diseño individual a los ojos de todos. Tampoco es lejana a la clase media exponiendo los “neos” masivos: neoclásicos, neocoloniales… de colonias y condominios y de centros comerciales.

Mientras tanto el resto, la mayoría, se las agencia como puede. Más del 60% de las construcciones en América Latina se hacen al ojo del maestro de obras o del albañil con pretensiones de maestro. Después de todo, la arquitectura sin arquitectos es tan vieja como la historia. La capacidad de las poblaciones de construir para adaptarse al ambiente y al clima, marca una sabiduría transmitida en el tiempo. De esa manera la llamada arquitectura vernácula también sembró los campos. En las ciudades, es arquitectura modesta y cotidiana, al margen de la estética cultivada, para la cual es fealdad. Las villas miserias, limonadas, o tugurios han sido su máxima expresión. Las buenas intenciones de los proyectos de vivienda estatales y de la llamada “arquitectura sin aplausos” o “prearquitectura del bienestar” simplemente no alcanzan el umbral de la necesidad. Los pobres han esperado las respuestas estatales y las que llegaron fueron de a gotas. Al final el esfuerzo habitacional sigue recayendo en ellos mismos. Terremotos y otras desgracias modifican constantemente los recursos de construcción. No obstante, se ha abierto la posibilidad de construir para el largo plazo, un deseo fuertemente valorado en el campo, y hoy los materiales industriales superan a los artesanales. Los últimos treinta años en ciudades y pueblos manifiestan ese cambio y, junto con ello, la irrupción de variedad de estilos y no estilos."

http://arquitecturadelasremesas.blogspot.com/
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