domingo, 28 de febrero de 2010

viernes, 26 de febrero de 2010

¿Estética subjetiva? (L. Giesz)

"Frente a la estética como filosofía de la bellas artes, es decir ciencia objetivista del arte, que (por razones diversas) no hace caso del kitsch, estaría una 'estética de abajo', como diríamos con G. Th. Fechner. Claro está que no en el mismo sentido que él. Su intento de una estética científica, que investiga experimentalmente los elementos psicológicos de la satisfacción artística, según el ejemplo de las ciencias naturales, se opone totalmente a una 'estética de arriba' que parte de la obra de arte, que estudia las condiciones 'subjetivas' de la experiencia estética. [...] la estética experimental, esta 'ciencia de la belleza sin lo bello', sufre el defesto básico de abarcar la esfera propia de lo estético como resultado de hipótesis no-estéticas. Lo mismo ocurre con los seguidores de Fechner, incluida la estética americana de lo behavioristas. Con otras palabras, una 'estética de abajo' debería lograr dos cosas: en primer lugar, estudiar desde sí misma la esfera peculiar de lo estético, y al mismo tiempo poder deducir de los actos estéticos pre-artísticos los diferenciados o artísticos. Entonces se darían las condiciones previas para aclarar el fenómeno del kitsch, así como el de su relación con el arte, de manera más satisfactoria que hasta ahora. Pero, que nosotros sepamos, no existe una estética de este tipo.

Preferiríamos hablar de una estética antropológica y queremos dedicarnos a un estudios de los estados estéticos. Aquí el concepto de estado debe alcanzar una amplitud que la psicología de la conciencia del siglo XIX no había conseguido cuando hablaba de 'estados anímicos'. Nuestro vocablo tiene su origen en Nietsche, quien - como ya lo habían dicho Hamann y Schiller - entendía con este concepto un aspecto humano total: estado es en cualquier caso más amplio que 'situación de conciencia'; el 'estado apolíneo' o el 'dionisíaco' de Nietsche ya son estados generales o metapsicológicos de la persona.

[...] Una estética antropológica que estuviera interesada en estudiar los estados, podría evitar la tentación mencionada con métodos interrogativos teórico-cognoscitivos y psicológicos. A esto se añadiría la ventaja de que la estética ya no dependería meramente del estudio más o menos objetivo de los objetos de arte. Todas estas ventajas parecen favorecer especialmente un estudios del kitsch, porque - como veremos más adelante - las relaciones de sujeto/objeto se confunden de forma verdaderamente peculiar en el estado cursi. Los predicados, aparentemente objetivos, de dulce, viscoso, penetrante, perfumado, etcétera, serán comprendidos por los análisis de estados.

Pero este método, ¿no es demasiado 'subjetivo'? ¿No es un retorno a la psicología de la 'vivencia' estética, de la 'conciencia estética'?

[...] Tras estas notas escépticas de introducción, sería lo más razonable dar una teoría antropológica fundamental, una teoría de los actos y estados estéticos, par aclarar - en parte por deducción - el fenómeno del kitsch. La solución más satisfactoria sería seguramente localizar con precisión el kitsch dentro de la esfera de lo estético en general. Pero desgraciadamente no podemos realizar esta solución ideal, ya que no existe ni una antropología, que nos vendría muy bien, ni unos análisis del kitsch que nos permitan proceder de forma metódicamente exacta. Ni siquiera existen [...] definiciones claras de lo que se llama kitsch. Naturalmente no faltan esquemas filosóficos totales que se esfuerzan por conseguir una definición feneral de la esencia humana (a nosotros nos atañen fundamentalmente Scheler, Heidegger, Jaspers, Plessner y Sartre). Pero las concretísimas cuestiones que plantea el problema del kitsch necesitan unos horizones interrogativos más especiales y también un saber más detallado. De lo contrario, nos arriesgamos a condenar simplemente, con general solemnidad, el kitsch, este paria de la estética, en lugar de compranderlo, si no con afecto, sí al menos en profundidad."

Giesz, Ludwig: Fenomenología del kitsch.
Tusquets. Barcelona, 1973. (pp 16-22)

sábado, 20 de febrero de 2010

Funciones del kitsch (A. Moles)

La función económica del kitsch

Las fronteras al interior de las cuales el sistema kitsch opera en la sociedad, posibilitan un análisis antropológico que conduce, curiosamente, a la justificación de muchos de sus aspectos.

El kitsch ofrece,en primer lugar, una función de placer al individuo, o, mejor dicho de esponteneidad en el placer que parece ajena a la idea de lo bello o de la fealdad trascendente, y da al individuo la oportunidad de participación limitada y, por proximidad, le da acceso a la extravagancia. En este sentido, la moda "hasta donde se puede exagerar estando siempre a la mitad" es uno de los ejemplos precisos. El kitsch es la recuperación del talento artesanal y, de manera general, constituye la recuperación del arte subversiva en la Gemütlichkeit, en el confort de la vida cotidiana. Lo kitsch es la gran victoria del talento contra el genio (Morin).


La función pedagógica del kitsch

Por ese motivo, una de las funciones fundamentales del kitsch es su función pedagógica o educadora. Para llegar al "buen gusto", la vía más simple es pasar por el "mal gusto" mediante un proceso de depuraciones sucesivas, o incluso, por la asención de una pirámide de calidad paralela a la pirámide meritocrática (Young). [...]

La función pedagógica del kitsch fue casi siempre tratada con negligencia tanto por las innumerables connotaciones negativas del kitsch como por la tendencia instintiva de todos aquellos que escriben de sobrestimar su juicio estético. En una sociedad burguesa y, por regla general, mediocrática, el paso por lo kitsch es un pasaje normal para tener acceso a lo auténtico, sin que la palabra "normal" aquí utilizada implique cualquier juicio de valor, sino sólo un aspecto estilístico. El kitsch da placer a los miembros de la sociedad de masa y, de esta manera, les permite el acceso a exigencias suplementarias y a pasar de sentimentalismo a sensación. Las relaciones entre lo kitsch y el arte son particularmente ambiguas, las mismas que existen entre la sociedad de masa y la sociedad creativa. El kitsch permanece esencialmente como un sistema estético de comunicación de masa.

Fotos: Pablo C. Herrera

Reconocer el Kitsch (A. Moles)

"Lidiamos con un fenómeno difícil, cuya teoría no está elaborada. [...] Para la adopción de diversos puntos de vista sobre el fenómeno t habiendo definido un gran número de items marcados por el caracter "kitsch" - sin definir todavía lo que puede significar este término - el tipólogo va a intentar establecer alguna correlación entre dos signos numericos, cuya diferenciación es arbitraria. Si uno de los signos xi está presente, probablemente un otroxjtambién lo estará, o, por el contrario, estará sistemáticamente ausente. Se contruye así una red de interrelaciones, una estructura de items típicamente kitsch, o por lo menos, un conjunto discreto de items en relación a un conjunto mayor. [...]

De esta manera podremos constatar, por ejemplo, que no hay grandeza geométrica subyacente al kitsch: el hecho de que un objeto sea grande o pequeño no tiene nada de kitsch en sí mismo. Sin embargo, la idea de una desproporción de las dimensions en relación al objeto representado producirá objetos kitsch como el Arco del Triunfo en llavero, un elefante en miniatura de porcelana, o un ratón gigante estilizado en bronce. [...]

Hay una intencionalidad y una relatividad del kitsch. Una copia del Museo Imaginario (Malraux) será kitsch para un coleccionista y obra de arte para un otro miembro de la sociedad de consumo situado en otro punto de la pirámide de las necesidades. El término valdrá, por lo tanto, solamento en función del público al que se destina." (pp 45, 46)

"Hay dos aspectos esenciales del Kitsch a los cuales se puede aplicar una tipología:

1) Los objetos o mensajes unitarios que reúnen en ellos mismos las características (features) kitsch, formas, colores, dimensiones, naturaleza, etc., y para eso utilizamos criterios morfológicos con respecto a esos items.
2) Los conjuntos de objetos, o mejor dicho, los grupos que constituyen juntos un sistema kitsch, a pesar de que sus elementos constitutivos no tengan nada de kitsch en sí mismos.

[...] En resumen, es preciso distinguir: situaciones kitsch, actos kitsch y objetos kitsch. Para cada uno de ellos se puede establecer una tipología como etapa preparatoria al estudio de las relaciones entre estos elementos." (pp 50, 51)


Los principios del kitsch

1) Principio de inadecuación: "existe un desvío en cualquier aspecto u objeto, un desvío permanente en relación a su objetivo nominal, desvío en relación a la función que se supone deberá cumplir. [...] El kitsch es siempre un poco superficial, sustituye lo puro por lo impuro, incluso al describir la pureza. Gigantismo o miniaturización del objeto; efigie de político sobre tapas de botella, baño de oro en los últimos metros de una vía férrea en expansión, cabeza de Jesús en formato A7 como señalador de libro de oraciones, etc. El objeto está siempre, y al mismo tiempo, bien y mal situado: "bien", al nivel de la realización cuidada y acabada, "mal" en el sentido de que la concepción está siempre ampliamente distorsionada. El acabado es una virtud del artesano e por eso no es de espantarnos que los talentos artesanales ociosos de los campesinos de la Selva Negra o de Rouergue sean reconvertidas mágicamente en kitsch contemporáneo con fines turísticos." (p 71)

2) Principio de acumulación: "Ya hicimos mención al principio de acumulación en la idea deamontonamiento o de frenesí, de "siempre más", que surge abiertamente en la civilización burguesa. Solamente unos pocos grandes artistas son inmunes a esta tendencia que consiste en copar el vacío con una cantidad exagerada de medios [...]. La acumulación de religión y de heroísmo, de erotismo y de exotismo, hace rebalsar las fuentes de nuestra sensibilidad, algunas veces oponiéndose a ella de manera radical, por una reacción de superación, de sumersión, obligándonos a la percepción global de un sistema. El kitsch jamás nos deja indiferentes, y un buen gusto no es sino una de las formas del mal gusto (Savignac).
[...] la forma ha sido tomada prestada de la génesis de otra materia.
El principio de acumulación o frenesí no es, sin embargo, exclusivo del kitsch, y también el manierismo y el rococó participan de este factor latente, facilitando una pizca de kitsch en estos tipos de arte, lo que se torna más difícil en el caso de pureza clásica o geométrica." (pp 72,73)

3) Principio de percepción sinestésica: "Este principio se vincla al de acumulación y consiste enasaltar el máximo de canales sensoriales simultáneamente o de manera yuxtapuesta. El arte total, el sueño permanente de nuestra época, corre en todo momento el riesgo de volverse kitsch [...] La multiplicidad de los canales interfiriendo sin reglas ni medida con los sistemas nerviosos centrales de integración, aparece como un fin en sí mismo. Tanto en el casos de los relojes de carillón como en el de las botellas de licor decoradas con filos de oro y con música, o en el caso de los libros perfumados [...]." (p 74)

4) Principio de la mediocridad: "Lo trágico del kitsch es el principio de la mediocridad. A través de esta acumulación de medios, de este vasto display de objetos, el kitsch queda a medio camino de lo nuevo, oponiéndose a la vanguardia, y manteniéndose, esencialmente, como un arte de masa, vale decir, aceptable para la masa y propuesta a ella como un sistema. Es por la mediocridad que los productos kitsch llegan a lo auténticamente falso y, algunas veces, provocan la sonrisa condescendiente del consumidor que se considera superior a ellas a partir del momento en el que las juzga.
Es la mediocridad que los aproxima, que los reúne a todos en un conjunto de perversidades estéticas, funcionales, políticas o religiosas. La mediocridad se refiere tanto a la postura media como a lo desmedido, constituido a base de heterogeneidades del kitsch, facilita a los consumidores el acto de absorción y lo propone en todos los campos." (pp 74, 75)

5) Principio de confort: "La idea de sentirse en armonía, de una pequeña distancia y de una exigencia media, conduce en general a la aceptación fácil y al confort, a la Gemütlichkeit, a todo esta gama de sensaciones, sentimientos, formas difusas, colores desteñidos, espontenaidad perceptiva y aceptación fundamental." (p 75)


"El triunfo del kitsch está ligado al asenso de la clases burguesa al Parnaso o, por lo menos, por su estilo de vida cuyo modo de alienación específico está dado por lo kitsch. Esto diferencia al kitsch del rococó o del romanticismo. En otros términos, habría un vector kitsch correlacionado a lo que designamos como las "culturas eruditas" con las cuales comparte el factor de apilamiento, cultura ligadas a la multiplicación de los culturemas, en lugar de su fusión integradora en una forma sólida. El kitsch se organiza en torno al bric-à-brac del valor del objeto y se dirige alegremente a los chatarreros de la cultura. Éste acrecienta, mucho más de lo que elimina. [...]

El kitsch cubre un determinado número de factores:

- El apilamiento o factor de frenesí
- El romanticismo de lo fantástico
- El confort
- La cultura-mosaico

Tales factores son, en principio, separables, pero su presencia simultánea parece determinante para que el kitsch manifieste su presencia." (pp 85-87)


MOLES, Abraham A.: Le Kitsch. L’art du bonheur. Paris, Maison Mame. 1971.

viernes, 19 de febrero de 2010

martes, 2 de febrero de 2010

Pero ahora gusta

El Centro Cívico de Lima es un edificio emblemático: es decir, que tiene una serie de características que lo marcan como hito de la arquitectura peruana: la selección del proyecto, por concurso público; el que muchos de los arquitectos peruanos más importantes del siglo XX participaran; que albergara la torre que por muchos años fuera el edificio más alto de lima; el intento de plasmar muchas de las ideas de la modernidad en él. Hecho en concreto expuesto, el proyecto original albergaba oficinas, comercio y espacios públicos. Quería ser el centro ciudadano.

Pero por alguna razón no lo logró del todo. Muchas de las oficinas fueron vaciándose. Los locales comerciales se abandonaron, la gente, simplemente, no iba de buena gana. Finalmente sólo algunas agencias de viajes, un par de oficinas del estado y locales donde se sacaban fotocopias constituyeron la cara final del ambicioso centro cívico.

Hasta que se propuso el proyecto de un centro comercial, el Real Plaza, recientemente inaugurado. Este nuevo complejo "usa de cimiento" al local original (ver artículo de La República); tumbando algunas estructuras, maquillando otras y utilizando las restantes como contenedores, el nuevo centro comercial ha sido inaugurado hace poco.

No posee en sí mismo ninguna de las razones de peso ya nombradas, que convirtieron al centro cívico en un edificio emblemático. Es, simplemente, un mall.

Pero ahora gusta.





Imágenes:

La República
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