"Lo cotidiano comprende 'actividades aparentemente sin importancia'. O se trata de 'un conjunto de funciones que conectan y unen sistemas que pueden aparecer como distintos' (Lefebvre) [...].
Para un arquitecto, 'Lo cotidiano es aquello que permanece luego que uno haya eliminado todas las actividades especializadas' (Harris). Según otro, el espacio cotidiano se encuentra 'entre los ambientes definidos y físicamente definibles, como la casa, el lugar de trabajo y la institución, [este] es el tejido conector que uno las vidas cotidianas' (Crawford) [...].
La arquitectura es concreta de un modo ineludible y forma el tejido y el escenario de la vida cotidiana. Consecuentemente, para aproximarnos a la vida cotidiana a través de la arquitectura - arquitectura con a minúscula, entendida en su sentido más amplio, al abarcar todo el mundo material (o "paisaje cultural"), que la gente hace y piensa - debemos forzarnos a precisar, en modos que muy frecuentemente están ausentes de las teorías de lo cotidiano, las maneras precisas en las que la vida cotidiana es experimentada y los detalles de sus relaciones con otros aspectos de la vida y del paisaje. Es así que la materialidad de la arquitectura la hace un conducto natural para la especificidad de la vida cotidiana. [...]
De modo diferente a, digamos, los críticos o los sociólogos, quienes estudian los trabajos, acciones y valores de otras personas a la distancia, los constructores intervienen directamente en la vida cotidiana. Esto significa que los arquitectos deben examinar sus propias prácticas profesionales e identidades sociales, así como las de las personas para quienes construyen. Este hábito de auto-escrutinio ha precedido largamente el así llamado interés de la Arquitectura por lo cotidiano. Desde los comienzos de la profesionalización Europeo-Americana hace dos siglos, los arquitectos (expandiendo el término para incluir paisajistas y planificadores urbanos) han luchado por diferenciarse a sí mismos de los constructores y de los clientes, y por establecer una identidad social clara que les pueda dar la autoridad cultural para dominar el mercado constructivo y controlar el diseño del paisaje. Han fracasado. Muchos no-arquitectos - constructores, clientes, críticos - continúan reivindicando algún conocimiento autoritario en el campo, y rechazan el dar a los arquitectos la autoridad absoluta que estos buscan. [...]
La idea de lo cotidiano nos fuerza el reconocer que la Arquitectura es parte de la arquitectura, que los diseñadores son parte del mundo cotidiano, en lugar de exploradores venidos de una sociedad más civilizada o hacedores desvinculados de sus clientes y de sus ciudades."
Upton, Dell (2002) "Architecture in Everyday Life". In: New Literary History, Vol. 33, No. 4, pp. 707-723. The Johns Hopkins University Press.
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