Primera parte.
La práctica cultural de la arquitectura se inicia con el entendimiento del entorno habitable como la asociación simbiótica "lugares" y "eventos" o acontecimientos. Los lugares son los recintos físicos organizados y dispuestos a responder a demandas específicas de alojamiento de personas y eventos. Los eventos o acontecimientos que se suceden en el entorno son proyección de intereses y acciones culturalmente moldeados. La reducción habitual del entorno a la categoria de objeto, excluye la
consideración de su "vida", de lo que acontece en él. La separación epistemológica correspondiente excluye el conocimiento de esos eventos, los que se trasladan al campo de interés especializado de las ciencias sociales. La relación entre lugares y eventos sólo es atendida en casos especiales en los que, según el interés de quien conoce, se profundiza en las dimensiones culturales del espacio o en las dimensiones arquitectónicas de la existencia.
Podria argumentarse que el concepto de "función" que hace parte del discurso moderno de la arquitectura es una manera de abstraer los acontecimientos para incorporarlos en el desarrollo de métodos de trabajo y en propuestas conceptuales. La reducción implícita en la noción de función y la consecuente eliminación de las circunstancias culturales no permiten evidenciar ni las causas ni las consecuencias de las relaciones entre las personas y los lugares y entre estos y los eventos que en ellos suceden. El entorno habitable es una trama compleja que no puede reducirse a un esquema o modelo funcional, mecanicista. Su entendimiento es, como ya se dijo antes, un asunto multidimensional, la conjunción de varias prácticas discursivas, un proceso constante y dinámico en el que el papel de quien entiende no es el de simple espectador sino de participante activo.
Los Acuerdos Colectivos
El destino de cualquier lugar arquitectónicamente concebido es el de ser albergue, contenedor o escenario de eventos individuales y colectivos, cotidianos y excepcionales, formales e informales. Un lugar no es un evento en s1 mismo, pero por fuerza de su historia, de sus cualidades espaciales o de su significado puede adquirir ese carácter, el que se proyecta en la generación de actos de reconocimiento, que se suman a aquellos eventos que usualmente alberga. Ejemplo de esto lo suministran los espacios y edificios cuyas cualidades los convierten en "hitos" culturales a nivel local, regional, nacional o mundial. Son los lugares, eventos de la arquitectura humana. Desde el punto de vista de la cultura colectiva, la relación cotidiana entre lugares y eventos es más significativa que la simple colección de espacios y edificios de carácter monumental pero estos constituyen también hitos significativos en esa vida. La consideración "a priori" de un lugar como evento corresponde con su exaltación "a priori" a la categoria de monumento. Hacer "lugares" es, desde otro punto de vista, concebir espacios que generen intereses y faciliten acontecimientos. Este es otro objetivo de la arquitectura como práctica cultural.
En un lugar culturalmente significativo se manifiestan acuerdos colectivos, representados en los eventos que en él se suceden. Esos acuerdos se evidencian en el ordenamiento visual de los componentes de un lugar, en el manejo de tipos arquitectónicos comunes, en la orquestación de las actividades que en él se efectúan y especialmente en los significados compartidos por los miembros de la comunidad, los que pueden incluso transferirse a personas que no pertenecen a esa comunidad. Testimonios suministrados por los recintos históricos, por los asentamientos tradicionales y por aquellas intervenciones profesionales culturalmente exitosas comprueban la validez de estas afirmaciones. Los "desacuerdos" colectivos se evidencian en la ausencia de eventos significativos en los espacios construidos que indican el desajuste entre habitantes y entorno, el que a su vez se proyecta en
diversas formas de violencia visual y espacial. Los "no lugares" que abundan en el mundo corroboran esta apreciación. El concepto de "hacer lugares" no implica solamente construir edificios o espacios y se relaciona con el establecimiento y el
fortalecimiento de acuerdos colectivos en torno al espacio habitable. En una sociedad masificada el espacio genera adaptación y sometimiento. En una sociedad heterogénea la arquitectura como práctica cultural se enfrenta a la necesidad de establecer múltiples niveles de acuerdo, es una mediadora de intereses en busca de un entorno significativo.
Tercera parte.
Saldarriaga Roa, Alberto (1988) Arquitectura para todos los días. La práctica cultural de la arquitectura.
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. pp 82-83.
Tercera parte.
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