"Los genios pueden ser huachafos, como los es a veces la naturaleza. Shakespeare puede permitirse huachaferías como se permite Dios la creación de la chupa-jeringa, del pavo real y del perrito faldero, esencialmente huachafos. El genio de Rubén Darío es peligrosísimo a este respecto. Imitarlo es caer fatalmente en una huachafería. Hay flores y paisajes huachafos, pero éstos están en el orden cósmico de las cosas. Son dignos del mayor respeto. En este caso, el fondo es constante y está más allá de nuestra crítica.
La música y la arquitectura, que están más cerca de la armonía universal que del sentimentalismo humano, sólo son huachafos cuando insisten en expresar únicamente este sentimentalismo. En este caso el fondo, que no puede perecer, porque es ordenación pura de tiempo o de espacio, resulta como olvidado por la presencia de todos los atributos y formas aisladas del amor fácil y voluptuoso, del dulce recuerdo, del suspiro, de la coquetería y del dengue. En arquitectura aparecen las guirnaldas con lacitos, ninfas púdicas con el dedito en la boca, palomitas besándose, conchitas, florecillas y angelitos volando. En la música aparecen ritmos cadenciosos (generalmente de vals) con trinos, perlados y desmayos. El orden, en el fondo, permanece inalterable. Lo que hace la huachafería es la ornamentación libre, la forma suelta, el sentimentalismo meloso o patético que se aplica y cubre la estructura.
El columpio - Jean-Honoré Fragonard (1767) |
En la pintura, en la escultura, la huachafería implica una compenetración y dominio íntimo de la forma sobre el fondo. Aquí la expresión humana es directa. El tema es siempre concreto y su interpretación no admite dudas. Ya no se trata tan sólo del color, la línea, la superficie o el volumen, sino de gestos y posturas definidas que llegan a hacernos sonreír con cierta pena. La forma, en este caso, se apoya sobre el fondo para superarlo con insistencia, desea acentuarlo, hacerlo perdurar eternamente por medio de mil recursos hasta que termina aniquilándolo. Si, por ejemplo, para expresar la poesía de las violetas se hace toda una alegoría de niñas vestidas de tules morados formando un bouquet y con dos faunillos a cada lado que desean cogerlas, las violetas han desaparecido y la huachafería ha triunfado.
En la vida, la huachafería es de composición elemental.
Nada primitivo es huachafo: los salvajes, los rusos, los niños.
Los niños aparecen huachafos cuando se presentan como gente mayor. Un niño de seis años con sarita y bastón es huachafosísimo. Una niñita recitando versos de amor es horrible. Da risa y lástima. La forma no sólo ha superado al fondo, sino que el fondo se convierte en miseria.
Una mujer bonita es huachafa si da saltitos, pega de grititos, se pone listones y dice tonterías para hacer resaltar su belleza. La forma se come al fondo.
Un hombre de talento es huachafo si le da por aumentarlo con el gesto importante y el discurso entonado y hueco. El fondo queda ridículo junto a la forma.
Las mujeres feas y los hombres corrientes son huachafos cuando desean lucir su vacío a fuerza de falta de naturalidad, de pulcritud, de palabritas rebuscadas, de colorcitos en el traje, de prendedores, sortijas y lamiditos de labios. Estos son los más excusables. La forma para ellos es una defensa, un biombo con el que pretenden adquirir el interés que les falta.
La huachafería se encuentra siempre al final de una evolución, ya lo hemos dicho: es un matiz risible, de perduración vana y enternecedora ante lo ya pasado y establecido.
Ese matiz fue posterior a Aristóteles."
Velarde, Héctor. "Contribución al estudio de la huachafería en el arte." In Obras completas (II), by Héctor Velarde, 393-196. Lima: Francisco Moncloa Editores, 1966.
1 comentario:
También es huachafo que una tía contrate a un arquitecto(a), para que le diseñe su casa o remodele su casa o departamento o decore su departamento de acuerdo a un estilo tan solo porque está de moda (entiéndase minimalismo), sin ninguna otra razón; es decir por una cuestión de status y no por comodidad y forma de vida.
Pero su huachafería con el tiempo termina invadida e infectada por su propio ser y hacer, colocándole adornitos, fotos, cuadros, jarrones y demás, que en verdad es lo que la identifica
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