Durante el siglo XIX, un pintor llamado Elías García Martínez pintó un fresco de Jesucristo al que le puso de nombre Ecce homo, en una iglesia de Borja (España). Es una de tantas obras mediocres o, en palabras del diario El País "de escaso valor artístico", y hubiera pasado al olvido o, más probablemente, se hubiera terminado de deshacer hasta desaparecer si no fuera por doña Cecilia Giménez.
La señora, demás de 80 años, decidió restaurar la obra, con sus propios medios y tal y como su escasa experiencia y su abundante buena voluntad se lo permitieron.
elpais.es |
Ahora, los medios locales y extranjeros se rasgan las vestiduras publicando artículos sobre cómo la anciana "ha destrozado una pintura" (El Comercio, Perú), y cómo expertos intentarán rescatar los daños.
Yo opino - y es aquí cuando mis amigos restauradores dejarán de hablarme - que no se debería "rescatar nada". Que, en realidad, no hay nada que rescatar, sino todo lo contrario.
Honestamente, me parece la cosa más linda que he leído en mucho tiempo. ¡Y prefiero la versión de la anciana! ¿Cuál es el valor del arte "muerto", sin restaurar, sin reclamar sus significados? Ese fresco estuvo ahí por más de cien años, ignorado excepto por las pocas personas que lo conocían y, quizás, hasta le rezaban. Una obra mediocre, que acumulaba polvo, y que estaba destinada al olvido. Los fieles locales, únicos usuarios a los que esta imagen importaba realmente, eran los únicos que sentían su partida, eran los únicos que habían construido una relación afectiva con ella; para ellos y sólo para ellos, éste no era un arte "muerto".
La señora lo entendió muy bien y tuvo la valentía de hacer lo que nadie antes se había preocupado de hacer. Y en el hecho de "restaurar" la obra a su manera, la carga de significados, de vida, de gusto, y hace explícita la relación estética y afectiva entre ella y el Cristo.
Parafraseando a un amigo, la señora Giménez, en su descarga afectiva y llena de buena voluntad, será más conocida que Elías García Martínez (de quien, estoy segura, nadie había oído hablar antes) y con merecidas razones.
Me parece que regresar la pintura a su estado original sería ignorar un bellísimo capítulo de su propia historia. Cristos sufrientes hay miles, señoras empeñosas y creativas, no suficientes. Y una obra de arte que se resista a morir, gracias al esfuerzo de las personas que se comprometen con ella, y no sólo porque se encuentra colocada en un determinado museo, es algo muy extraño y precioso.
[Me acabo de enterar que existe una petición para mantener la intervención de doña Giménez. Si te interesa participar, ingresa a este enlace]
Honestamente, me parece la cosa más linda que he leído en mucho tiempo. ¡Y prefiero la versión de la anciana! ¿Cuál es el valor del arte "muerto", sin restaurar, sin reclamar sus significados? Ese fresco estuvo ahí por más de cien años, ignorado excepto por las pocas personas que lo conocían y, quizás, hasta le rezaban. Una obra mediocre, que acumulaba polvo, y que estaba destinada al olvido. Los fieles locales, únicos usuarios a los que esta imagen importaba realmente, eran los únicos que sentían su partida, eran los únicos que habían construido una relación afectiva con ella; para ellos y sólo para ellos, éste no era un arte "muerto".
La señora lo entendió muy bien y tuvo la valentía de hacer lo que nadie antes se había preocupado de hacer. Y en el hecho de "restaurar" la obra a su manera, la carga de significados, de vida, de gusto, y hace explícita la relación estética y afectiva entre ella y el Cristo.
Parafraseando a un amigo, la señora Giménez, en su descarga afectiva y llena de buena voluntad, será más conocida que Elías García Martínez (de quien, estoy segura, nadie había oído hablar antes) y con merecidas razones.
Me parece que regresar la pintura a su estado original sería ignorar un bellísimo capítulo de su propia historia. Cristos sufrientes hay miles, señoras empeñosas y creativas, no suficientes. Y una obra de arte que se resista a morir, gracias al esfuerzo de las personas que se comprometen con ella, y no sólo porque se encuentra colocada en un determinado museo, es algo muy extraño y precioso.
[Me acabo de enterar que existe una petición para mantener la intervención de doña Giménez. Si te interesa participar, ingresa a este enlace]