sábado, 30 de marzo de 2013

El gusto del CAP contraataca

Foto de portada del Facebook del Colegio de Arquitectos del Perú

Criticar los aspectos formales de algo (lo que coloquialmente se conoce como "la estética") es complicado. Básicamente porque se trata de una esfera subjetiva, donde se supone que todo es posible. Todos tenemos derecho a nuestro propio gusto; pretender juzgar el gusto de los demás cae pesado y, peor aún, querer imponer nuestro gusto a otros es una titánica tarea que pocas veces tiene buenos resultados.

Dicho esto, sin embargo, quisiera criticar esta imagen. 

Con ustedes, la sede del Colegio de Arquitectos del Perú en Lima, versión Photoshop intenso.

Dejemos de lado el muchas veces cuestionado diseño arquitectónico y el criticadísimo recubrimiento en cerámicos (... y luego nos preguntaremos por qué en las viviendas auto-construidas la gente tiende a recubrir sus propias fachadas con cerámicos). No me refiero a la arquitectura en sí, sólo a la imagen.

Un edificio sólo, como el único rezago del planeta, con los vecinos cuidadosamente removidos de la foto. Sin carros, sin combis, sin ambulantes, sin gente que pasea. Como si fuera el último superviviente de un Apocalipsis. Completamente limpio, eso sí, recién bañadito, con un blanco que refleja sospechosamente la luz de un sol inexistente, y un verde sobre el que nunca ha caído polvo.

Y, por supuesto, lo mejor: el cielo. No creo que ni siquiera el cielo de Puno tenga un azul tan intenso. Estoy segura que el de Lima no es así, ni siquiera en el mejor día de verano. No tenemos esos cielos, no tenemos esas nubes.

La gran pregunta es ¿por qué el CAP querría representar su propia sede de una manera tan imposible? ¿Por qué forzar la realidad, Photoshopearla, limpiarla e ignorar en el camino muchos de sus componentes? ¿Cuál es el mensaje que esa imagen da? 

¿Es que acaso nuestra arquitectura es, o debería ser, una producción visual de 3D? ¿Significa entonces que , con nuestra arquitectura, tenemos que ignorar una realidad polvorienta, gris nueve meses al año, llena de tráfico, peatones y ambulantes? ¿Debemos apuntar a un edificio-objeto, "limpio" de usuarios y de conflicto?

viernes, 8 de marzo de 2013

El gusto del CAP


La imagen primero me hizo estremecer. Luego pasó lo que pasa con cierta frecuencia cuando uno ve algo feo: no podía dejar de mirarla.

Lo primero que pensé fue que si los fundadores de la Arquitectura (con mayúscula) en el Perú pudieran ver la imagen que el Colegio decide publicar para conmemorar el 8 de marzo, se estarían revolcando en sus tumbas.

Se me ocurre que estos grandes nombres que hemos estudiando en la facultad - Marquina, Malachowski, Miró-Quesada, Seoane -, miembros de élite destinados a encabezar las esferas artísticas locales, hubieran tenido grandes dificultades para entender cómo es posible una imagen como ésta.

¿Qué hubieran hecho ellos en una situación similar? Imagino que una tarjeta bastante sobria, carente de ornamento superficial, con un mensaje sobrio y bien pensado, entendiendo que hoy no se felicita a las mujeres, sino se las reconoce, reflexionando sobre la importancia y las implicancias de la fecha en nuestra coyuntura.

¿Qué tenemos hoy? El Colegio de Arquitectos del Perú nos obsequia con una imagen de falsos dorados, flores rosadas, recargada de íconos-cliché, con un mensaje superficial y un gran error de redacción (¿no falta una palabra luego de ese "Les"?) y sobre todo, facilista. Kitsch.

¿La imagen hubiera sido más sobria, geométrica y abstracta si se tratara de una festividad masculina? Creo que no.

El gusto de la mayoría pocas veces ha sido el gusto de las élites. Aparentemente, ahora ese gusto ha llegado a la directiva de una de las instituciones que, se supone, representa algo de la dirección hacia la que va o debería ir nuestra cultura.

¿Cuál es nuestra cultura? ¿Cómo es nuestro gusto? ¿Qué imágenes nos representan? Y, sobre todo, ¿qué hacer con la brecha que hace que, a muchos, la imagen nos inquiete?

Interculturalidad (J. I. López Soria)

"La interculturalidad es, en primer lugar, una convocatoria a todos a tomar conciencia de que tanto el proyecto colonizador como el republicano de ayer y de hoy están montados sobre una violencia cultural y simbólica que, por cierto, acompaña y facilita la violencia económica y política que ejercemos sobre las poblaciones originarias y afrodescendientes. De hecho, la inclusión en la sociedad a la que llamamos moderna pasa por una neutralización de las pertenencias culturales de los incluidos. La ganancia con la inclusión exige la pérdida de componentes tan importantes para la realización personal y colectiva como la lengua, las creencias, las nociones de vida buena, las vinculaciones sociales, la relación con el territorio, etc. Dudo de que estas pérdidas puedan ser compensadas con “cheques netos” a favor de los perdedores. [...]

La interculturalidad, por otra parte, es mucho más que un expediente para la identificación y la resolución de conflictos. La perspectiva intercultural propone al Estado y, en general, al poder la reconciliación con la diversidad cultural, lingüística y de formas que vida que enriquece a la sociedad peruana. Acostumbrados a mirar la diversidad como desventaja, venimos esforzándonos desde antiguo en la construcción de homogeneidad. Por eso no es raro que veamos la ciudad como un vehículo “de unificación cultural”, cuando, en realidad, en sociedades multiculturales como la nuestra, la ciudad es también y principalmente un espacio de encuentro de diversidades.

Finalmente, pero no en último lugar, la perspectiva intercultural apunta a la construcción de una convivencia digna, enriquecedora y hasta gozosa de las diversidades que nos constituyen como comunidad histórica. Y en ese proceso, la equidad es a lo económico y la participación es a lo político como la interculturalidad es al mundo simbólico. Sin estos tres componentes caminando de la mano es difícil pensar en una gestión de los conflictos que no solo apague fuegos, sino que contribuya a reestructurar los términos de la convivencia."

Leer la carta completa.

López Soria, José Ignacio (2011) "¿Descartar la interculturalidad? (Carta a Alfredo Barnechea) Inédito no publicado por Caretas, sept. 2011". En: Compartiendohttp://jilopezsoria.blogspot.com

lunes, 4 de marzo de 2013

Unidas, las favelas y comunidades de Brasil formarían el quinto estado más grande

Favela, Christophe Simon (Carta Capital)
"Los residentes de las favelas están orgullosos de donde viven, según el estudio. A 85% les gusta el lugar donde viven, 80% están orgullosos de donde viven y 70% continuarían viviendo en sus comunidades, aún si sus ingresos económicos se duplicaran. En un testimonio reportado en el estudio paralelo Geração C – Especial Comunidades Cariocas, Paula, 18 años, casa y madre de una niña de dos años, y residente de una favela en Rio de Janeiro, expresa el sentimiento general. "Lo que me parece malo en la comunidad son los disparos y el tráfico de drogas, pero siempre he vivido aquí y me quiero quedar aquí porque toda mi familia está cerca. Aquí, todos se ayudan."

Leer el artículo completo en portugués y en inglés.

Publicado en Carta Capital el 20 de febrero de 2013. 

domingo, 3 de marzo de 2013

Expo: ¡A mí qué chicha!

"La palabra “chicha” es uno de los peruanismos más usados y menos entendidos en nuestro país. Para algunos alude al caos, al desorden, a la improvisación y al desequilibrio provocado por la cultura y las masas populares. Pero también podemos entender lo “chicha” como la manifestación irreverente, atrevida, cuestionadora de estas mismas masas que se desbordan y crean una nueva cultura amalgama de todas las sangres y culturas del Perú. [...]

Los artistas que presentamos nunca pretendieron ser “artistas” ni aprendieron su oficio en una academia. La necesidad, la precariedad, la desigualdad los “obligó” a tener un oficio, a convertirse en productores y creadores."

Ver el artículo completo.

La exposición está en el Centro Cultural de España hasta el 8 de marzo de 2013.





 


sábado, 2 de marzo de 2013

Cuidado con la huachafería, darling (J. Barrón)

"Peruanismo. No por eso huachafo es exclusivamente peruano. Los hay siúticos, horteras, tackies y, aunque no existiese palabra para señalarlos, suelen ser reconocidos por la manada. De algo sirven: nos hacen sentir distinguidos. Si pretendemos precisar qué es huachafería, nos daremos con una pituca y otra popular; entre ambas, como el relleno del sánguche, la huachafería pequeñoburguesa, emblemática sazón que anima lo nacional. Como la salsita criolla. 

Pero ¿qué es huachafo? Aquello que no es honesto ni natural. Lo que pretende y, pretendiendo, chirria. El tinte azabache del pelo del viejo galán, la ricurita de ojos de plástico azul añil, sus uñas demasiado largas, las de los pies.

Es la arquitectura 'wannabe' que convierte en glamoroso al ricacachón, es la culinaria caviar, esa que congrega en un cilindro la entraña Angus con el hongo de Porcón.

coladelmundo.blogspot.com
Demasías, bisoñés, purpurinas, imitaciones finas, relojes bamba. Meter la nariz en la botella de pisco y sacar la fecha de la cosecha, el lugar, la hora y el dueño de la pata que pisó la uva. El sport elegante, el bohemio elegante, el anfitrión cinco estrellas aspirante a embajador, la novia de blanco que por cuarta vez se casa y sus quince damitas de honor, el 'mi reina' que una operadora nos suelta al teléfono, la causa inspirada en la forma del maní del Señor de Sipán, la maskaipacha de hojalata coronando un casino de San Miguel, el que hizo montar una biblioteca entera como parte de su decoración. Las botas blancas de charol.

Llamar hacienda a unos metros de tierra, caballo de paso a un burrito coquetón, darle agua mineral al chihuahua que lleva el nombre del exmarido, llevarlo en la cartera de marca, desparramar choleos como quien salpica agua bendita. Ser sobón.

Resulta que en la década de 1890 llegó a Lima una modesta familia de colombianos que se puso a vivir en la quinta cuadra del actual jirón Andahuaylas, próxima al cuartel Santa Catalina. En esa casa había jóvenes casamenteras que todo el tiempo organizaban reuniones muy animadas a las que ellas solían llamar guachafas, colombianismo que significa fiesta, jolgorio. La expresión, y las fiestas, tuvieron gran acogida entre los limeños vecinos. Con el tiempo, las dueñas de casa, de apellido difícil de recordar, eran conocidas con el sobrenombre de huachafas. 

Mario Vargas Llosa escribió alguna vez que ponerse una "y" entre apellidos es huachafo. Alguien refutó que componerlos lo es más.

Al final son las madres las que se perpetúan en este gesto, para bien y para mal. Así llegaron lejos la señora Llosa, esposa del señor Vargas, la señora Prada, la del señor Gonzáles, la Canseco, del señor Diez.

Hay palabras que pululan en Lima como las enfermedades respiratorias, los sicarios, las combatientes en blumer: flamante, nosocomio, 'darling' y, por sobre todas ellas, agendar.

Hay cosas que no son huachafas porque están hechas desde adentro; cosas pintorescas, como las corbatas de Beto; folclóricas, como las pestañas de Susy; extravagantes, como las crenchas de Guerrero; eclécticas, como las páginas sociales de una Lima que no puede parar."

Barrón, Josefina (2013) "Cuidado con la huachafería, darling". En: El Comercio. Domingo 24 de febrero de 2013, p a17.
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